Descripción
La autora nos presenta un libro práctico, tal como lo exige esta colección, con especial dedicación a los litigantes y a los jueces para que mejoren el modo en que litigan. Litigar es el centro de un sistema que se toma en serio los intereses del juego. Y el litigio de segunda instancia, tan olvidado, tiene características propias, que van de la mano con las especialidades de las audiencias de litigio propias, que van de la mano con las especialidades de las audiencias de litigio propias de las revisiones del caso. En primer lugar, las prestaciones de los recursos, su fundamentación en escritos requiere una precisión que permita a los jueces que asistirán a las audiencias conocer con precisión el objeto litigioso. Por otra parte, el litigio de segunda instancia tiene una imbricación de los problemas jurídicos, de garantías constitucionales, de construcción de los supuestos fácticos y de estándares valorativos de la prueba que es mucho más complejo, aunque puntual, que el litigio de primera instancia. Ello obliga a jueces y litigantes preparados para debates jurídicos, para el desarrollo de propuestas de razonamiento judicial, de interpretación constitucional; en fin, claves de argumentación jurídica que hoy no forman parte de la formación tradicional del abogado. El litigio de segunda instancia tiene muchas particularidades que este libro comienza a desembrozar. Un debate entre las partes, que tiene a los jueces atentos a intervenir mediante preguntas o exigencias de precisión. Un tipo de litigio con una enorme capacidad de formar una nueva abogacía, algo que también necesitamos con urgencia.
Carolina Ahumada ha realizado este trabajo con precisión y entusiasmo. En este trabajo inicia una nueva forma de literatura sobre los recursos que no tiene muchos antecedentes en nuestro país. La oralidad, que ya lleva décadas en nuestro país, no fue acompañada de obras prácticas distintas, que no ofrecen fórmulas, sino que enseñan habilidades. Hoy damos un paso más en la construcción de esos materiales de enseñanza, y esperemos que poco a poco podremos, en esta colección, abarcar todos los aspectos del litigio, en todas sus dimensiones, avanzando hacia los temas más especializados. Como nunca nos cansaremos de repetir, el litigio oral y público es una gran herramienta social, cuya custodia, en definitiva, está en manos de los abogados. Hoy gracias a la autora tenemos una pequeña herramienta más para conventirnos en profesionales que sepan gestionar los intereses en conflicto, haciendo de la institución judicial no un laberinto de trámites y fórmulas vacías, sino el espacio social de construcción de la tolerancia, la legalidad y, a veces, la justicia.